jueves, 29 de mayo de 2008

Maestría e innovación


Hay quizá pocos secretos para la transmisión de Maestro a Discípulo y el desarrollo personal en el Arte, y en cualquier otro campo. Pero seguro que uno de ellos es la repetición consciente.

El alumno que quiere aventajar repetirá y repetirá una vez y otra un ejercicio para el dominio de su instrumento musical, el dominio de la fuga o el contrapunto, el dominio del pincel para pintar, el dominio de su cuerpo en suma, aunque a veces será para cantar y otras será para danzar. Después de mucho ejercitarse, y después de eso, volver a repetir mil veces más, es posible que haya adquirido algo de “maestría”. Pero también pudiera ocurrir que sólo hubiera adquirido una cierta “rutina”.

La diferencia es el grado de conciencia. La mera repetición mecánica, gimnástica, no nos garantiza el éxito artístico, desde luego. Ya decía Robert Schumann que repetir escalas en el piano a toda velocidad arriba y abajo era de tanta utilidad para convertirse en un artista como recitar el abecedario a gran velocidad para aprender a hablar y ser un gran orador.

Pero, también pudiera ocurrir que el avezado estudiante, boceto de artistilla, haya mutado en especialista que sólo tiene esa clase de maestría para hacer las cosas de “una sola manera”. No saquen al esbozo artesanal del carril que ha surcado toda su vida, corta o larga, sigue siendo toda la vida del sujeto, carril del que su rigidez no le permitirá salir.

Los hay, otros, que se esfuerzan sobre manera por ser “originales”. Ya no conocen ni Maestros “viejos pelucas” (pobre Bach), ni comunidad a la que pertenecer que no refuerce su propio yo presuntuoso. Olvidaron etimológicamente y, lo que es peor, olvidaron el camino que lleva a sus propias almas y al Alma del Mundo: que original es volver al origen. Y el origen del Hombre es Celeste. Y esto no precisa demostración: el que no lo sepa no es artista.

El Maestro, cuan Hans Sachs de Los Maestros Cantores de Nuremberg (Richard Wagner), respeta y trabaja según una venerable tradición artística, pero cuanto más respetuoso, más sabe valorar todo Arte Nuevo, sabio porque, renovando las formas, permanece fiel a la tradición, al Origen, y siendo conservador es revolucionario. El es el primer y más entusiasta del nuevo artista, de Walter von Stolzing, ardiente y reformador, dispuesto a romper normas huecas, pero que reconoce en la Canción del Invierno a su Maestro, Walter von der Vogelweide, importante creador de la tradición alemana de los Minnesinger, al que no conoció en persona pero sí la obra que dejó escrita.

Es preciso, es vital, un nuevo artista, un hombre nuevo, que inmolando su carne pasajera, muestre al Mundo un nuevo rumbo, agudo y penetrante como el silbido de una honda, claro como una aurora, directo al corazón humano, conmovedor como todo Arte puro y verdadero, sencillo y total, que impacte todo aspecto de la personalidad humana y de su circunstancia, y lo eleve con suavidad hacia su propio Cielo.

Ya basta de sujetos que nos restrieguen lo mal que está el mundo. Precisamos con urgencia Artistas-Filósofos que nos muestren con atronadores sonidos lo maravilloso que puede llegar a ser.

No hay comentarios: