viernes, 13 de febrero de 2009

126 años de Richard Wagner


Hoy se cumplen 126 años del fallecimiento del artista llamado Richard Wagner. Cuando comencé este Cuaderno una de mis intenciones iniciales, como así lo sugiere el mismo nombre de estas páginas, La gruta del cisne, era mostrar la vinculación que sentía por la obra de este personaje. Diversas circunstancias, la “actualidad” de la vida en Almería, nuestras actividades filosóficas y culturales o ecológicas, han restado importancia a este que era y es también uno de mis intereses fundamentales.

Artículos de información directa y claramente artísticos, junto con los discipulares, quizá sólo podamos destacar el titulado “Maestría e innovación”, en el que tuve la oportunidad de citar al gran Maestro alemán, Richard Wagner, y su gran obra “Los Maestros Cantores de Nuremberg”, que en aquella ocasión ponía como ejemplo de la cadena Maestro y Discípulo. Aquella gran obra, que amén señalar el mundo de los gremios y el discipulado, ponía de manifiesto el sentir vital del viejo maestro sajón, su humor, y también su compasión y serena aceptación de aquellas cosas de la vida que no dependen de nosotros.

Y hoy, al recordar súbitamente el día en que estábamos, 13 de febrero, viernes, no podía dejar de traer aquí una vida titánica, de sufrimiento, hambre física incluso, de aquel que luego gustaría rodearse de camisas de seda pues decía mi piel es demasiado sensible para rozar otra cosa que no sea la seda, aquel que rozó el cielo y lo robó para los felices cuerdos, que hizo audibles y “atronadores” (¡¡críticos de...!!) los sucesos del cielo del propio hombre, su auténtico ser, el que se da hasta el sacrificio de Senta, Isolda o Brunilda, del héroe que lucha contra el aparente destino, Segismundo, Sigfrido, más inconsciente tal vez, Tristán, la pura clarividencia del alma humana, del hombre consciente, que dejó de estar ciego, verdaderamente vivo, verdadero artista de sí mismo con su arpa mágica, que muere de amor para vivir en amor.

El hombre que va del sufriente Amfortas, el esperanzado Titurel, esperanzado también Gurnemanz, sabio porque sabe de la vida, el equivocado Klingsor, Kundry, la que nos prueba y la que desea ser vencida y redimida por su derrota, el inconsciente Parsifal que inicia y culmina una andadura por el Sendero... Los visionarios, Lohengrin, El Caballero del Cisne, perfecto, “incapaz” de ver lo feo, o la mentira, porque ha decidido ver la belleza y la verdad, que trae la justicia, defiende a la Dama, el artista incomprendido...

Hoy, a las cuatro de la tarde vuelve a morir Wagner, para vivir para siempre. Después de 126 años, con él, sigue sonando. No te olvido y escribiré mucho más es esta Gruta del Cisne, refugio aún para el Arte, para la Casa del Hombre. Continuará...

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