martes, 28 de julio de 2009

Tristán e Isolda en Bayreuth


Para empezar por la música de Tristán… (me arrepiento de meterme en estas faenas), tras escuchar el preludio qué podemos decir. Esta representación corre bajo la dirección musical de Peter Schneider, conocido y competente “musikalischeleitung” en Bayreuth. Siempre es peligroso opinar, soy un ignorante de estas cosas, pero como suele ocurrir últimamente, creo que predominan las direcciones “dramáticas” sobre otras posibilidades de la obra wagneriana. Probablemente un tempo un poco más rápido de lo deseable desde el preludio, lejos de la mística y del romanticismo de Wagner, lejos por desgracia de un Furtwängler, completo y acabado como pocos. En algunas ocasiones costó incluso poder escuchar a los “vientos” hacer alguna entrada a la vez. Durante el primer acto hay momentos “alejados” del espíritu de la obra, como el solo orquestal anterior a la escena del filtro, para acabar el acto I.

Peter Schneider


Música protagonista de la obra como suelen decir todos los comentaristas, Wagner para los músicos (Marcel Schneider), y yo no lo discutiría. Cómo si no Wagner para llevar a la orquesta sinfónica y hasta las voces de los cantantes esos sonidos, esa música que no oímos habitualmente, pero que puede intuirse.

Desde el preludio que con mucho atrevimiento decimos que empieza en la menor… qué cosas se me ocurren decir. Escuchamos la, fa mi… y caemos en el acorde (fa, si, re#, sol#) y nos hemos perdido de tonalidad. ¿Teníamos que encontrar alguna? Si esperan esa clase de análisis cambien de página de Internet. Sólo importa al creador durante este proceso, inconsciente o consciente, la adecuación de mente o idea, sentimiento, energía, materia sonora. Lo demás son análisis útiles para el estudioso, pero no para el oyente, incluidos esos estudiosos. ¿Anti-intelectual? No, para eso hay que haberlo sido antes.

Pero creo que muchos echamos de menos esa concepción del Arte, y por tanto de la interpretación musical que lo actualiza, que perseguía con excesos lo sublime, lo superior en el hombre. Otra cuestión era los medios que cada artista utilice para ello, sea aquí unos versos aliterados (con repeticiones de un sonido consonántico), la invocación poético musical de lo inefable, en alemán “namelos”, “sin nombre”, que aparece en este libreto; la huida de la luz, no en su sentido metafísico, sino aquella que alumbra el mundo material, el mundo social si tratamos de captar la ideología de Wagner. El canto a la noche (Novalis), la que permite ver lo oculto, lo real, la que permite la liberación, no tanto la salvación; la que nos libera del engaño de los sentidos, de este mundo, de la ilusión, del “Wahn”, palabra alemana que puede traducirse por locura, ilusión, engaño.

Y como no tratamos aquí de disertar sino de alumbrar un poco, seré breve, no porque deba guardar muchas cosas que podría decir, sino porque realmente, tras escuchar la obra, no debe decirse gran cosa ni sé si podría decirla; me parece grosero y basto incluso el batir de palmas.

Espero que mañana más.

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