martes, 14 de octubre de 2014

Noche en Cabo de Gata


Para el fin de semana del 9 y 10 de agosto pasado preparamos una visita a algunas zonas del Cabo de Gata, con la intención de hacer noche en Los Escullos. Queríamos, si era posible, matar dos pájaros de un tiro: contemplar una especial luna llena, más grande de lo habitual, y la lluvia de meteoritos conocida como Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo. No necesitábamos para ello ni telescopios ni prismáticos. Bueno tres pájaros: disfrutar de la playa y hacer noche en uno de los lugares más bellos de Almería.



De meteoritos, nada, por la propia presencia de la luna llena, tan espectacular. Salimos de Almería y nos fuimos directamente a Los Escullos. Allí, muy cerca del Castillo, una batería costera, nos aposentamos en un sitio bastante despejado y montamos nuestros bártulos. Lo más despejado posible porque bastantes personas habían tenido la misma idea y estábamos rodeados de furgonetas, colchones, sombrillas, etc. Por la noche llegarían aún más personas para instalarse.



Disfrutamos de la tranquilidad de esta playa, algo rocosa, con algas y erizos, de bellas dunas fósiles, acantilados y escollos, de donde viene el nombre de Los Escullos. Vimos pasar un grupo bastante numeroso de personas practicando deportes náuticos, conduciendo los kayaks, cuyo alquiler es un negocio rentable en estas fechas.





Cenamos de muerte y nos acostamos pronto, sin dormir, sólo por tener las cosas preparadas, mantas y demás, antes de que pudiera hacer frío. No lo hizo; apenas algo de brisa unas horas más tarde, hasta el amanecer. Disfrutamos toda la noche, ahora despiertos contemplando la luna, durmiendo a ratos; vimos la luna de madrugada, antes de ponerse tras las montañas. Y el tranquilo amanecer, apacible; vimos el sol elevarse sobre el horizonte del mar, con poco oleaje.



La luna llena de este fin de semana se esperaba especial, y lo fue, pues coincidía con una de las máximas aproximaciones de nuestra vecina cósmica en esa danza que comparte con la Tierra este sistema de dos planetas (la Luna no es exactamente nuestro satélite, sino que ambos, con la Tierra, forman un sistema binario, como tantas estrellas, por ejemplo). Si  la Luna describe una órbita elíptica, con la Tierra en uno de sus focos, la distancia a nuestro planeta oscila entre algo más de 406.000 kms. y los 356.0000 kms. Para el día 10 debíamos encontrarnos a la mínima distancia. La Luna resulta así un 30% más brillante y poco más del 14% más grande, con un diámetro aparente de más de 34 minutos de arco, comparado con su mayor lejanía.



Nos trasladamos pronto al otro lado de Los Escullos, pasado el Castillo y la discoteca Chamán, hacia el norte, y aprovechamos el refugio que a pocos metros crea allí una duna fósil. Dejamos las cosas y pudimos desayunar algo y limpiar alguna heridilla por las rocas y erizos. Al poco la playa, ocupada hasta ahora por algún rezagado de la fiesta nocturna, algunos que se llevan incluso el colchón, y la duermen allí, se llenó de gente que parecía que no existían más playas en el mundo.



Nadamos un poquito, charlamos con gentes que vienen de fuera, de Barcelona, compartimos recetas de cocina, y lo que surja. Buscamos pronto un sitio para comer en La Isleta del Moro, y por poco no encontramos: algún restaurante estaba ya totalmente reservado ¡desde el día anterior!



Pues nos digerimos un calamar en aceite, ensalada y boquerones hasta estar saciados. Aprovechamos para comer muy relajados, disfrutando de las vistas de la Isleta que da nombre al lugar, y de las vistas un poco más al norte. Hicimos un poco de sobre mesa y continuamos con el coche para ver algo más, si era posible, y no llegar muy tarde a casa. No nos resistimos de todas formas en ver algo del valle de Rodalquilar.