sábado, 30 de mayo de 2015

La Música del Silencio



Acerco aquí mis notas de la conferencia, y pequeño taller de ejercicios prácticos, que dictó la musicoterapeuta austriaca Brigitte Schmidt en el Centro C. Idealia deAlmería el pasado día 14 de mayo de 2015, dentro del ciclo de actividades “Música, Danza y Poesía del Mediterráneo” organizado por el Instituto de ArtesTristán en España.


La charla se tituló La Música del Silencio: Workshop de Musicoterapia Oriental. Vivimos en tiempos ruidosos y este trabajo intentó acercarnos algo más al tan necesario silencio interior. Destacó pues, la importancia del silencio, el arte de escuchar intensamente, la percepción del cuerpo, los movimientos meditativos y  libres, improvisaciones, y la Musicoterapia receptiva.

El ruido constante produce estrés. Los niveles suelen situarse entre 134 decibelios o más, ya en el umbral del dolor, a partir de 120 db. se producen daños en el oído con una breve exposición, a partir de 100 db. es el nivel de un martillo neumático a un metro, 90 db. ya producen daños en el oído a largo plazo y entre 80 y 90 db. es el nivel de una carretera principal a 10 metros. Unos 5 millones de trabajadores en Alemania están expuestos a ruidos por encima de 85 db. Son datos que aportó la profesora Schmidt al inicio de su charla.

En las grandes ciudades perdemos la oportunidad de escuchar sonidos naturales. Hasta las aves que viven en ese medio pierden tonos o matices de sus cantos.


Nos recomienda no huir del silencio, buscar el silencio exterior y el interior, paz interior, saber escuchar (que es mucho más que oír). El silencio es parte del ritmo de la vida. La educación no nos muestra o nos entrena para el silencio, sino todo lo contrario, hay una sobre abundancia de estímulos sobre los sentidos. El silencio se puede aprender cultivando el hábito de escuchar.

En música, saber interpretar las pausas es fundamental para la función (teatro, oratoria, etc.). Pasamos a realizar una serie de ejercicios que paso a detallar de la mejor manera que pueda, ya que lo ideal sería estar presente, verlos e imitarlos en su realización. Haremos lo que podamos:

1)    Moveremos las dos manos como espejos, con las manos abiertas, con serenidad y controlando la respiración.
2)    Movemos las dos manos entre el eje medio o vertical del cuerpo: conforme una mano va a un lado pasando por ese eje imaginario, la otra retrocede, haciendo un movimiento vertical y cíclico con las manos. El estrés interrumpe la conexión entre los dos hemisferios cerebrales. Este ejercicio los conecta. El estrés, esta desconexión, nos lleva a las soluciones ya conocidas y coarta la flexibilidad y nuevas soluciones.
3)    Tomar contacto con el entorno, el medio, la naturaleza, las personas, el trabajo, etc. Como un vals con los brazos. Cruzar el medio, un brazo cada vez, alternativamente, no a la vez, con un movimiento horizontal y las manos abiertas.
4)    Sólo mover los hombros, arriba y abajo, con suavidad, a par o indistintamente.
5)    Mover la cabeza hacia adelante y atrás, paralelamente al suelo. Desbloquear el nudo energético en el cuello. Desbloquea músculos bloqueados por la psique.
Son movimientos arquetípicos, simples pero con efecto, también en la psiquis.

El ejercicio de danza va a ser más difícil de explicar, y sobre las músicas para los ejercicios, me temo que va a ser peor. El baile chamán que tratamos procede de los montes Altair. Hay movimientos estructurados, en cruz, e improvisación, para volver a movimientos estructurados. Es para nosotros mismos. En la improvisación no pensar, dejar que el cuerpo haga los movimientos que quiera hacer. Comienza en una posición casi de cuclillas, con un pie cruzado con el otro. Conforme suena la música, ir alzándose despacio, sin dejar de cruzar los pies cada vez que se da un paso. Los movimientos de los brazos, giratorios de abajo arriba o viceversa. Viene la parte de improvisación para volver después al paso inicial.

Todo acompañado de una sutil música de añoranza oriental, evocadora de lejanías, desiertos y misterio. Nuestros ejercicios terminaron reposadamente, tumbados en el suelo con la cabeza apuntando en dirección a la fuente del sonido. La profesora Schmidt nos fue relajando con el sonido del agua. Tocó unas danzas con flauta o con instrumento de cuerdas, y volvimos al aquí, de nuevo con el sonido del agua.

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