Creo
recordar que este es el primer artículo de estas páginas que no es de mi
autoría. Está escrito por don Vicente Navarro López, barcelonés profesor de la
Universidad Pompeu Fabra y Johns Hopkins. Vicenc Navarro se licenció en
Medicina y Cirugía en Barcelona en 1962 y después estudió Economía Política en
Suecia y Políticas Públicas y Sociales en el Reino Unido, doctorándose en
Estados Unidos en 1967. No comparto todas sus opiniones “ideológicas” pero
comparto lo que aquí dice y creo que no anda descaminado. Este artículo
apareció en El Plural el 13 de enero de 2014.
Este artículo denuncia el comportamiento de la banca y de los gobiernos e instituciones que controla, responsables de la falta de crédito existente hoy en España.
Si
usted, lector, no está indignado es que no sabe qué está pasando en su país.
Seguro que es consciente de que la situación económica y social del país no
está yendo bien. En realidad, está yendo muy mal. El desempleo ha alcanzado
niveles récord en la Unión Europea y en España. Y las agencias internacionales
más fiables dicen que la economía española no alcanzará los niveles de
desempleo que tenía antes de que se iniciara la crisis hasta veinte años (sí,
ha leído bien, veinte años a partir de ahora).
Y
puesto que el desempleo juvenil es el doble del general, estos pronósticos
quieren decir que estamos quemando nuestro futuro, pues muchas generaciones
jóvenes estarán en una situación desesperada, habiendo sido convertidas en
inservibles. Esta situación de los jóvenes está también afectando negativamente
al futuro de la Seguridad Social, contradiciendo, por cierto, el famoso
argumento de que el problema de las pensiones es que hay demasiados ancianos y
muy pocos jóvenes. La falacia de este argumento queda claramente al descubierto
en la crisis actual. El problema de las pensiones no es que no haya jóvenes
sino que no hay trabajo para ellos. Este es el problema que el famoso argumento
catastrofista basado en la transición demográfica oculta.
Esta
crisis ha sido consecuencia de unas políticas públicas llevadas a cabo por
gobiernos bajo el mandato de instituciones altamente influenciadas por la
banca, tales como el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo
Monetario Internacional. Se lo digo yo, que soy Catedrático de Políticas
Públicas y he visto muchos casos antes, en otros continentes, que
experimentaron crisis muy semejantes. En realidad, a finales del siglo XX,
Latinoamérica sufrió una situación muy parecida.
Estos
bancos que tienen una enorme influencia política (muy, pero que muy marcada en
España, donde el gobierno Rajoy es un mero instrumento de la banca), están
forzando e imponiendo políticas que son la causa de la crisis. Cito solo un
detalle. El gobierno Rajoy está recortando y desmantelando el Estado del
Bienestar de España (lo mismo ocurre en Catalunya con el gobierno de Artur
Mas), recortando y recortando gasto y empleo público a fin de reducir el
déficit y la deuda pública. Estos recortes están contribuyendo a destruir
empleo y bajar la demanda que debería estimular la economía.
Ahora
bien, a pesar de los recortes, la deuda pública española continúa subiendo y
subiendo, ascendiendo ya a 664.000 millones de euros (lo cual es mucho dinero).
Usted y yo pagamos los intereses de esta deuda, que representa ya el segundo
capítulo del presupuesto del Estado después de la Seguridad Social. Este dinero
suyo y mío va a los bancos que han comprado esta deuda. Hoy los bancos
españoles tienen casi la mitad de esta deuda, 299.000 millones. La pregunta que
debe hacerse es: ¿Y de dónde saca el banco el dinero para comprar la deuda?
Pues, mire usted, por mucho que le sorprenda, procede de préstamos públicos.
Cada año los bancos españoles piden prestado dinero al Banco Central Europeo,
BCE, una institución pública (que no funciona en realidad como un banco
central, sino como un lobby de la banca), a unos intereses bajísimos, menos del
1%. El BCE se lo presta para que los bancos se lo presten a usted y a mí, y a
las pequeñas y medianas empresas, y así se resuelva el enorme problema de falta
de crédito que ha paralizado la economía. No sé si usted ha intentado conseguir
un préstamo de la banca. Si lo intenta, verá que no es fácil. ¿Y, por qué no es
fácil, si reciben tanto dinero del BCE?
La
respuesta no es difícil de ver. Los bancos ganan mucho más dinero comprando
deuda pública a unos intereses muy altos (que el discurso oficial indica que el
Estado necesita ofrecer para que los Estados puedan conseguir prestado dinero
de los bancos), de un 4%, 6%, o incluso 13%. Imagínese el chollo que significa
que reciban dinero a menos del 1% y con ello compren bonos que les generan una
cantidad de dinero muchas veces mayor que la que pidieron prestada del BCE. ¿Se
da cuenta? Y, sepa usted, que los banqueros en España están entre los mejor
pagados de la Unión Europea. Y los bancos más importantes de España han estado
entre las empresas con mayores beneficios. Si después de leer todo esto no se
ha indignado, es que no me he explicado bien.
Pero
si me ha entendido bien, entonces prepárese para incrementar su nivel de
indignación, pues todo esto es totalmente innecesario. Todo este enorme
sufrimiento, incluido el elevado desempleo, es totalmente evitable. Es, repito,
innecesario y dañino y existe única y exclusivamente para el beneficio
primordialmente de la banca. La solución a esta situación es extremadamente
fácil. El BCE debería prestar el mismo dinero, no a la banca privada, sino a
los Estados, y dejar que estos lo ofreciesen a usted, a mí y a las pequeñas y
medianas empresas, al mismo tipo de interés que el Estado lo recibe del BCE.
Mire que fácil.
Y
usted preguntará ¿Y por qué no se hace así? Pues porque la banca tiene un
enorme poder sobre el BCE, sobre las instituciones que gobiernan la Eurozona,
sobre el gobierno español y, no lo olvide, sobre los medios de información y
persuasión. Y un ejemplo de ello es que este artículo que ha estado leyendo no
se publicará en ninguno de los cinco rotativos más importantes del país. De ahí
que le sugiera que lo distribuya ampliamente entre amigos y familiares, porque
la escasísima democracia que tenemos tiene que cambiarse y ello empezará por
tener una ciudadanía informada, que es lo que no tenemos.
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