Para el fin de semana
del 9 y 10 de agosto pasado preparamos una visita a algunas zonas del Cabo de
Gata, con la intención de hacer noche en Los Escullos. Queríamos, si era
posible, matar dos pájaros de un tiro: contemplar una especial luna llena, más
grande de lo habitual, y la lluvia de meteoritos conocida como Perseidas o Lágrimas
de San Lorenzo. No necesitábamos para ello ni telescopios ni prismáticos. Bueno tres pájaros: disfrutar de la playa y hacer noche en uno
de los lugares más bellos de Almería.
De meteoritos, nada,
por la propia presencia de la luna llena, tan espectacular. Salimos de Almería
y nos fuimos directamente a Los Escullos. Allí, muy cerca del Castillo, una
batería costera, nos aposentamos en un sitio bastante despejado y montamos
nuestros bártulos. Lo más despejado posible porque bastantes personas habían
tenido la misma idea y estábamos rodeados de furgonetas, colchones, sombrillas,
etc. Por la noche llegarían aún más personas para instalarse.
Disfrutamos de la
tranquilidad de esta playa, algo rocosa, con algas y erizos, de bellas dunas
fósiles, acantilados y escollos, de donde viene el nombre de Los Escullos.
Vimos pasar un grupo bastante numeroso de personas practicando deportes
náuticos, conduciendo los kayaks, cuyo alquiler es un negocio rentable en estas
fechas.
Cenamos de muerte y nos acostamos pronto, sin dormir, sólo por tener las cosas preparadas, mantas y demás, antes de que pudiera hacer frío. No lo hizo; apenas algo de brisa unas horas más tarde, hasta el amanecer. Disfrutamos toda la noche, ahora despiertos contemplando la luna, durmiendo a ratos; vimos la luna de madrugada, antes de ponerse tras las montañas. Y el tranquilo amanecer, apacible; vimos el sol elevarse sobre el horizonte del mar, con poco oleaje.
La luna llena de este
fin de semana se esperaba especial, y lo fue, pues coincidía con una de las
máximas aproximaciones de nuestra vecina cósmica en esa danza que comparte con
la Tierra este sistema de dos planetas (la Luna no es exactamente nuestro
satélite, sino que ambos, con la Tierra, forman un sistema binario, como tantas
estrellas, por ejemplo). Si la Luna
describe una órbita elíptica, con la Tierra en uno de sus focos, la distancia a
nuestro planeta oscila entre algo más de 406.000 kms. y los 356.0000 kms. Para
el día 10 debíamos encontrarnos a la mínima distancia. La Luna resulta así un
30% más brillante y poco más del 14% más grande, con un diámetro aparente de
más de 34 minutos de arco, comparado con su mayor lejanía.
Nos trasladamos
pronto al otro lado de Los Escullos, pasado el Castillo y la discoteca Chamán,
hacia el norte, y aprovechamos el refugio que a pocos metros crea allí una duna
fósil. Dejamos las cosas y pudimos desayunar algo y limpiar alguna heridilla
por las rocas y erizos. Al poco la playa, ocupada hasta ahora por algún
rezagado de la fiesta nocturna, algunos que se llevan incluso el colchón, y la
duermen allí, se llenó de gente que parecía que no existían más playas en el
mundo.
Nadamos un poquito,
charlamos con gentes que vienen de fuera, de Barcelona, compartimos recetas de
cocina, y lo que surja. Buscamos pronto un sitio para comer en La Isleta del
Moro, y por poco no encontramos: algún restaurante estaba ya totalmente
reservado ¡desde el día anterior!
Pues nos digerimos un
calamar en aceite, ensalada y boquerones hasta estar saciados. Aprovechamos
para comer muy relajados, disfrutando de las vistas de la Isleta que da nombre
al lugar, y de las vistas un poco más al norte. Hicimos un poco de sobre mesa y
continuamos con el coche para ver algo más, si era posible, y no llegar muy
tarde a casa. No nos resistimos de todas formas en ver algo del valle de Rodalquilar.
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