Espíritu que no hallas tu camino,
que hender quieres el cielo cristalino
y no sabes qué rumbo has de seguir,
y vas de tumbo en tumbo,
llevado por la fuerza del destino.
¡Detente! Pliega el ala voladora:
¡buscas la luz, y en ti llevas la aurora!
Recorres un abismo y otro abismo
para encontrar al Dios que te enamora,
¡y a ese Dios tú lo llevas en ti mismo!
Amado Nervo
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